Hoja del Miércoles del 29 de noviembre de 2023

Una visión de país que debemos recuperar: la abolición del ejército marca un rumbo para afrontar los problemas sociales nacionales

Vivimos circunstancias nacionales críticas, en relación con la delincuencia, el narcotráfico y el crimen organizado. De hecho, el aumento de la criminalidad, resultante de los negocios ilícitos, es una de las causas por las cuales se ha militarizado aún más la Cuenca Caribe. El ejército de Estados Unidos y diversos ejércitos de otros países han aumentado su presencia y los mecanismos de control, pero esto no ha dado ningún resultado significativo. La droga sigue pasando, la gente se sigue matando y los hogares se siguen destruyendo, debido al flagelo social que vivimos.

Esto se debe a que el narcotráfico y el crimen organizado simplemente se aprovechan de un problema más grande: el aumento de la pobreza y la carencia de oportunidades para que las juventudes latinoamericanas salgan adelante.

Hasta hace algunas décadas nuestros padres, cuando eran jóvenes, tenían la posibilidad de estudiar. Al estudiar, se garantizaban el acceso a un empleo de calidad y en condiciones dignas de empleo. El empleo les permitía acceder a créditos y con los créditos obtenían vivienda, transporte y calidad de vida. Así se formaban las familias y tenían hijos a los cuales les decía que la herencia era el estudio, pero en la inestabilidad social que vivimos hoy en día, desde lo mundial hasta lo local, la juventud ya no tiene una esperanza clara en el futuro.

Es por eso que debemos devolverle la esperanza a la juventud y eso solo podemos hacerlo siguiendo el camino opuesto al que están conduciendo a nuestro país y a la región latinoamericana. En lugar de apostarle a más seguridad coercitiva (una policía que tienda cada vez más hacia lo militar, la cual garantice la estabilidad de las transacciones comerciales), debemos inclinarnos por mejorar las instituciones públicas que garantizan igualdad de oportunidades, como acceso a la salud, la educación, el trabajo digno y de calidad, la banca. Además, debemos reconstruir una identidad nacional basada en valores éticos que nos permitan convivir como seres humanos y no como personas que compiten para posicionarse de una mejor manera que las demás en la capacidad de consumo.

Esta es la tendencia histórica a la que le ha apostado Costa Rica. Este 1 de diciembre, celebramos el 75 aniversario de la abolición del ejército. Este hito marca una visión de mundo de acuerdo con la cual, el pueblo costarricense decide resolver sus problemas sociales por la vía del derecho y el diálogo y no por medio de las armas y la violencia.

Esto quiere decir que si recuperamos esa visión histórica y nos dedicamos a robustecer instituciones como 

• El INA: para que esté en función de las personas en condiciones de vulnerabilidad y no de algunas grandes empresas
• El MEP: para que tenga una malla curricular más adecuadas a nuestro contexto histórico, tanto humanístico como laboral
• Las universidades: para que sigan generando conocimiento, libertad de pensamiento y acción social
• La CCSS: para que se reduzcan las listas de espera con mejoras en la Institución y la formación y contratación de más especialistas
• El ICE: para un mejor servicio de telecomunicaciones
• A y A: para un abastecimiento humano y universal del agua
• Etc. 

Entonces podemos devolverle la esperanza a la juventud, apelando a la visión histórica que ha marcado nuestro país. Pero para hacerlo, debemos superar todas las políticas mezquinas que buscan la privatización de los servicios públicos y que estos se conviertan en negocios privados, donde nuestra seguridad sea garantizada únicamente por cuerpos policiales, en medio de contextos de pobreza, delincuencia y muerte.